Las
crisis de la agricultura francesa va mucho más allá e sus protestas y
de los asaltos a los camiones españoles y han tomado un rumbo dramático:
un agricultor se suicida cada dos días, víctima de la más profunda
angustia íntima y social.
Según las cifras oficiales del Instituto
Nacional de Estadísticas
Económicas (INEE) de se país, el suicidio se ha convertido en una
tragedia histórica para los agricultores franceses: ellos son la
categoría más afectada por la angustia devastadora que culmina con la
muerte voluntaria. El suicidio de los agricultores franceses es un 20%
superior al del resto de la población.
Una tragedia que coincide con una agravación de la despoblación de los
campos franceses. Oficialmente, hace diez años existían unas 617.000
explotaciones agrícolas. Hoy, solo 490.000, con una economía muy
subvencionada. Según las cifras oficiales, el 84 % de las rentas de los
agricultores franceses provienen de las subvenciones, estatal y/o
europeas.
Históricamente, Francia fue un país
agrícola, católico y conservador, durante siglos. Durante varias
décadas, la Política Agrícola Común (PAC) permitió una transformación
productivista y "perversa" de ls agricultura francesa, según recoge Juan
Pedro Quiñonero en abc.es. La crisis y metamorfosis de la PAC, durante
la última década, la globalización y la aceleración de los nuevos
modelos productivistas han acelerado la despoblación y los ataques de
angustia social de los agricultores víctimas de tan históricos cambios.
Desde hace semanas, los movimientos de cólera gremial se suceden en
toda Francia que se han transformado en movimientos de protesta,
cortando carreteras, provocando atascos, intentando llamar la atención
de la crisis global de los sectores más diversos, aunque para ello, como
siempre ocurre, se haya tenido que recurrir al asalto de camiones
españoles, a lo que tradicionalmente culpan de todos sus males a pesar
de que, en la mayoría de los casos, las cargas de fruta y hortalizas que
destruyen no van al mercado galo sino a otro europeos.
Stéphane Le Foll, ministro de Agricultura, anunció la semana pasada
nuevas ayudas por un montante de unos 290 millones de euros. A juicio de
los sindicatos agrícolas, esas ayudas, bien venidas, no resuelven
ninguno de los problemas de fondo.
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