Investigadores
del IRTA y la Universitat Politècnica de València (UPV) han obtenido
una nueva formulación, en forma de granulado dispersable en agua (WG),
para el control biológico del cultivo de la uva. Diluido en agua y
pulverizado sobre las plantas, genera un film comestible y totalmente
inocuo sobre estos cultivos, protegiéndolos de la podredumbre por
Botrytis cinerea, una de las causas más importantes de deterioro y
pérdidas en el sector vitícola. Parte de este trabajo ha sido publicado
recientemente en la revista Biological Control y ha obtenido
financiación del INIA (Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias) y
del FEDER (Fondo Europeo de Desarrollo Regional).
La
base del nuevo producto es la levadura Candida sake CPA-1, un agente de
biocontrol aislado y desarrollado por el IRTA y la Universitat de
Lleida y que ya había mostrado anteriormente su efectividad en el
control de las principales enfermedades de poscosecha de fruta de
pepita, y cuyo uso constituye una de las alternativas de mayor interés
frente a los fungicidas químicos. Los estudios coordinados de los
investigadores de la UPV (expertos en recubrimientos) y del IRTA
(expertos en biocontrol y en producción y formulación de
microorganismos), han permitido desarrollar nuevas formulaciones de este
microorganismo para garantizar su máxima eficacia, durabilidad y
resistencia una vez se aplica sobre el soporte vegetal. Entre los
productos utilizados para la obtención de las dispersiones con las que
formar los recubrimientos, los más eficaces han sido el almidón de
patata pregelatinizado y el caseinato sódico.
“Una
vez aplicado sobre el cultivo, el film que se genera permite fijar el
microorganismo sobre la planta, de forma que es más capaz de resistir
lluvias, y otros factores climáticos adversos”, apunta Amparo Chiralt,
investigadora del Instituto de Ingeniería de Alimentos para el
Desarrollo de la Universitat Politècnica de València. Además, “al
sobrevivir mejor en condiciones de campo, se espera que la efectividad
del agente de biocontrol mejore y se obtenga un control más eficaz de la
enfermedad y una disminución de las podredumbres y las pérdidas”,
explica Neus Teixidó, responsable de esta investigación en el IRTA.
Eficacia contrastada
Las
primeras pruebas de campo del nuevo producto se llevaron a cabo el
pasado verano por el IRTA en una explotación comercial de la
Denominación de Origen “Costers del Segre” con unos resultados altamente
satisfactorios. Los investigadores volverán a aplicar el producto este
año, para verificar los resultados y analizar la incidencia de posibles
variaciones en las condiciones meteorológicas.
Sobre
su aplicación, los investigadores señalan que para el tratamiento en
campo se seguirían las mismas pautas y etapas establecidas para los
tratamientos convencionales con plaguicidas contra la Botrytis cinerea.
Mediante
la colaboración entre la UPV y el IRTA se ha conseguido formular por
primera vez un agente de biocontrol conjuntamente con sustancias capaces
de formar film o recubrimiento en la superficie del vegetal a proteger.
Se trata de una formulación en sólido utilizando una tecnología muy
novedosa que combina la atomización de las células de la levadura con
los aditivos necesarios para su formulación y el secado en lecho fluido.
La tecnología necesaria utilizada se encuentra en la planta piloto de
Producción y Formulación de Microorganismos del IRTA Fruitcentre en
Lleida.
En su estudio, los investigadores
han determinado, además, los niveles de humedad relativa y temperatura a
los que se debe conservar el producto para garantizar su máxima
eficacia y vida útil. “Lo ideal es que se conserve lo más exento posible
de humedad y en condiciones de refrigeración. Cuando el agricultor
quisiera utilizarlo, bastaría con que lo extrajera del recipiente en el
que se almacena y lo disolviera en agua. Una vez mezclado, las células
de Candida sake se revitalizan y la formulación ya está lista para ser
aplicada sobre el cultivo”, apunta Ana Marín, investigadora del
Instituto de Ingeniería de Alimentos para el Desarrollo de la UPV.