La Unión de
Pequeños Agricultores y Ganaderos ha denunciado esta semana ante la Mesa
de Adversidades Climatológicas –reunida en el Ministerio de
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente- que la meteorología del está
causando “graves problemas de gestión y planificación de las
explotaciones agrícolas”. De esta forma, se producen “peligrosas
consecuencias” para los agricultores y ganaderos, como son el incremento
de los costes de producción, la reducción de unas producciones y la
caída de los precios de los productos debido a la acumulación de oferta a nivel europeo.
La
crisis se está dejando notar, por sectores, en las hortalizas, y por
territorios, en el sureste peninsular y en Baleares, aunque según UPA,
el sur y el centro del país “tampoco se libran”, así como los sectores
ganaderos, los cultivos herbáceos y leñosos o la fruta de hueso.
UPA
ha propuesto que la caída de los precios por la meteorología sea
considerada una causa más a la hora de diseñar planes de ayuda y rescate
del sector, como ya lo son el sobrecoste en alimentación para la
ganadería o la reducción de cosechas por sequía.
El “buen tiempo” es malo para el campo
Según
la Mesa de Adversidades Climatológicas, el otoño fue “extremadamente
seco” en nuestro país. Según AEMET, en otoño llovió un 18% menos de lo
habitual. En cuanto a la temperatura media, fue cálido, concretamente
0,4º por encima de la media de esta estación.
La
peor consecuencia de estas condiciones otoñales se la ha llevado la
ganadería. Las explotaciones ganaderas han tenido que complementar la
alimentación de los animales, lo que ha generado un sobrecoste
importante para ellas. Para la agricultura también ha sido negativo,
adelantando los cultivos y provocando solapamiento de las cosechas e
incremento de la oferta.
Pero, además, el
peligro para los cultivos será mayor en los próximos meses, ya que
existe un alto riesgo de que una helada pueda provocar importantísimos
daños especialmente en frutales.
Las
producciones leñosas de secano han terminado el otoño “muy débiles”, de
manera que los árboles no están capacitados para situaciones de “estrés
hídrico” o de fuertes temperaturas en la primavera. Los frutales de
hueso, en general, no han tenido la cantidad mínima de horas de frío, y
ello puede provocar que las yemas “no deriven hacia fruto”.
Las
lluvias que se han producido a lo largo del mes de enero y febrero, han
aliviado la situación principalmente en el oeste y norte de la
península, pero en la zona centro y en el este todavía nos encontramos
muy por debajo de la precipitación media de estas zonas.
Hay
situación de sequía en todo el arco mediterráneo, desde Cataluña hasta
Andalucía, pasando por la Comunidad Valenciana y Murcia, el sureste de
Castilla-La Mancha está especialmente afectado por la falta lluvias.
Mención especial merece la situación de Baleares donde la ausencia de
lluvias ha llevado a pérdidas en pastos, reconocidas por el propio
gobierno balear, superiores al 80%, aquí se suma la condición de
insularidad que deriva en un encarecimiento del precio de la
alimentación del ganado.
En Jaén, por
ejemplo, este año ha caído un 35% menos de agua en otoño que un año
normal y hay estudios que relacionan directamente el agua caída en el
otoño con la producción del año siguiente.
“La
meteorología ha provocado grandes caídas de los mercados agrícolas”,
afirman desde UPA. Este es el principal motivo del hundimiento actual de
precios: el adelanto de las cosechas en España, al igual que en el
resto de Europa, “ha abarrotado los mercados de todo el continente de
productos”. Y la Unión Europea ha desmantelado los mecanismos de gestión
de mercados “que ahora se demuestran imprescindibles para evitar la
ruina de los agricultores”.
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